domingo, 22 de mayo de 2011

Extrañas Conversaciones




Desde que se conocieron habían cimentado su relación con cosas importantes, grandes valores que les permitía alcanzar una unión más profunda, casi mística, a niveles que muy pocos han conocido.

Lo habían compartido todo, largas tardes de verano, hongos, miradas furtivas y cómplices. El conocimiento mutuo había llegado hasta tal punto que la anticipación se había convertido en un arte reflejo. Se interrumpían espontáneamente y reían como niños lobotomizados al comprobar que sabían qué diría el otro, que habían acertado, se unían en una risa común muy ralentizada, descomponiendo el sonido, los mismos frames pero más lentos.

Ahora pasan el día en silencio, adelantando en una conversación ficticia, las respuestas del otro. Como ajedrecistas que matemáticamente prevén las jugadas del oponente, conocen las posibles réplicas de su amante y es muy difícil arrancar la conversación. Analizan meticulosamente la palabra que dará inició a la charla, y anticipan cada frase, cada sonido. Muy concentrados, ansiosos, nerviosos, asienten y gesticulan en silencio. Ya lo saben todo antes de empezar.

Son extrañas conversaciones en silencio.

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