jueves, 17 de noviembre de 2011

Arte efímero








Todo se quemaba y aquel infeliz daba la alerta. Su voz era belleza sónica absoluta y al pedir auxilio, la gente acudía sin pensarlo, como naúfragos hipnotizados por cantos de sirena nórdica de enormes tetas.

¡Auxilioooo, Socorroooo!¡Ohhhhh! Todos se unían a la llamada, espontáneamente las voces jugaban formando melodías imposibles, los gestos se acompañaban construyendo una coreografía hermosa y real. Todos se centraban en aquella obra nacida del trance, olvidando el porqué de todo, si es que alguna vez hubo un porqué. La tragedía se representaba en perfecta sincronía.

Murieron aquel día en que crearon de forma única toda aquella belleza efímera, irrepetible y anónima. Yo puedo contarlo porque soy más de mirar.





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