Toreros de acto oficial

¡Cómo está el patio con esto del fin del toreo en Cataluña! Amigos de la tauromaquia, no debéis avergonzaos por vuestras aficiones sustentadas en la historia y tradición. La tortura siempre ha sido espectáculo de masas. En el circo romano matábamos personas, en la Edad Media quemábamos brujas, que eran seres sin alma que gritaban si se les quemaba (pero no sufrían, puro instinto), y por aquel tiempo, viendo que resultaba insuficiente, la tomamos con los toros. Desde entonces hasta hoy no me negaréis que habéis experimentado cierta evolución.

El toreo, al igual que otras tantas manifestaciones de violencia humana, ha inspirado al arte en incontables ocasiones y si desapareciese también lo haría el toro de lidia nacido, alimentado y crecido para su gran día de tortura sin sufrimiento y muerte espectácular, pero vuestros miedos van por otro lado.

Lo más probable es que todo este revuelo se ocasione porque no sabéis que será de los toreros, sin embargo, este viejo oficio también tiene cabida en una sociedad avanzada que repudiara el sufrimiento animal innecesario. Os presento mi humilde aportación, la idea del Torero de Acto Oficial. De igual manera que en algunos actos oficiales del norte se ejecutan danzas folclóricas para intentar remarcar su diferencia, los toreros interpretarían sus mejores movimientos, con temple, con arte, parando el tiempo, con sus bocas abiertas pegadas al pecho, invocando a la historia, a porta gayola para recibir al político, al orador. Sus retribuciones bajarían y seguramente ya no cuidarían tanto su indumentaria, pero imaginad la cara de Ángela Merkel recibida con una doble verónica. Sería la gran apoteosis, sería como tocar la gloria.

Yo me quedo con los Toreros de cerca, de acto oficial, y a Bombero Torero que le busque una salida otro.