domingo, 3 de julio de 2011

El beso implosionado







Mariana es de una educación exquisita y todo en su vida es de extrema finura, huye de lo prosaico y eleva cualquier gesto a los altares de la elegancia siguiendo el camino de los protocolos reservados a quienes dejaron de ser gente.

Cuando Mariana te saluda entre amigos se produce una situación muy estudiada, muy naturalizada, pero extraña para ti. Te acercas a ella para darle un par de besos y ella espera tu primer movimiento, después inclina su cabeza hacia el lado contrario al eje de rotación de la tuya, lo que provoca que realmente no puedas besarla, es físicamente imposible. Es un momento algo raro, es evidente que el mensaje es que no debe existir el contacto. No te lo tomes a mal, no es personal. En ese instante vas a regalar tu beso al aire, pero esperas la entradilla, una milésima de segundo de sonido de su beso, un notar que no serás quien rompa el silencio, que estarás acompañado en lo recíproco, como cuando no querías ser el único que se reía en mitad de una clase. Esperas cierta complicidad para violar el silencio.

Pero eso no va a ocurrir, el sonido no nacerá y, aunque no puedas verlo, su beso es negativo o contrario, es implosionado, es hacia dentro, es para ella. No te saluda con cariño, te lo roba, te lo absorbe, se lo apropia, se adueña del tuyo, que aunque no sonó ya lo habías regalado, y del suyo, un beso onanista concebido para aportar un calor vacuo a su extraña ansiedad de elegancia.



2 comentarios:

  1. Oiga, estas historias, estos dibujos, te quedan muy finos. Te quedan muy bien. Esos brillos de plástico en el hombro.

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  2. ja,ja, estamos todos un poco plastificados!

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