martes, 26 de julio de 2011

La supernova




Es difícil pensar con claridad cuando el calor aprieta hasta la asfixia, pero siempre hay personas con una genética especial, muy bien adaptadas, a las que el sol activa especialmente y cuyas neuronas recorren nuevos caminos o caminos conocidos de forma diferente.

Aquella chica seguía esperando sin que nadie apareciera, pasaba el tiempo fumando, absorta en lo cotidiano y, cuando desaparecía invisible en aquel bar, anónima, gris y muda, surgió lo inesperado.

Colocaba meticulosamente las cenizas de su cigarro sobre una mosca de verano posada y aburrida en aquella mesa de bar. Al tomar conciencia del gesto, sintió algo de vergüenza. Hombre un poco troll era ¿no? porque puedes estar quemando alguna pieza irreparable, algún mecanismo de vuelo, hay indudables riesgos de lesión, pero también era más que probable que la ceniza no quemara, que su peso fuese muy marginal, y descubrió que había otorgado una nueva funcionalidad a aquel insecto, convirtiéndolo en cenicero con autolavado al volar, creando micro estelas de ceniza, su cerebro comprendió nuevas maneras, prendió la gran idea y brilló como una supernova.

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