viernes, 6 de mayo de 2011

Música Exigente

Mi primo Jonnan es músico percusionista. Pasaron muchos años hasta comprender definitivamente los diferentes ritmos y estructuras de la percusión, estudiaba duramente encerrado en su habitación insonorizada, dando todos sus golpecitos, hasta que por fin terminó sus estudios. Hay quien tiene un don y hay quien se esfuerza mucho, persevera y consigue dominar una técnica aunque no sea un virtuoso. Jonnan no es un virtuoso y aunque no lo hace nada mal, no ha encontrado trabajo de lo suyo, por eso para ganarse la vida toca la caja en un grupo de sevillanas y ahora esto lo ha convertido en lo suyo.

La gente bebe y se emborracha, canta, grita, baila y descontrola al son de las canciones de su grupo y lo pasan muy bien. Para Jonnan es un mal rato, porque no se oye bien su percusión. Él es muy técnico, muy preciso y controla que todo encaje de forma muy exacta con su mano taponando un oído. Ya sabéis para conseguir escucharse sin interferencias. Pero no puede tocar con una sola mano. Aunque su caja ha dejado de sonar, no puede dejar de controlar la exactitud de los tempos que deberían estar sonando. ¿Qué controla entonces? Ahí está el dolor de Jonnan, la extraña paradoja sónica que está controlando su vida. Sin embargo, la gente lo pasa genial, que él no toque no importa nada ¡Que siga la fiesta!

La música es así de exigente, él lo sabe pero no lo acepta y lucha contra lo imposible. Como Jonnan y su música es invisible al resto del mundo hoy me he centrado en él.


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